
La legislación del periodo histórico de la Reforma se caracteriza por el incremento gradual, pero inexorable, de la decisión política de separar las cuestiones del Estado y de la Iglesia. Inicia con la promulgación de las que posteriormente serían identificadas como “leyes prerreformistas”, (leyes Juárez, Lerdo e Iglesias) que se caracterizaron por su moderación con respecto de las radicales posteriores.
Las Leyes de Reforma ponen en circulación los bienes de “manos muertas” e impiden su nueva acumulación, con la intención de mejorar la economía nacional. Pero también buscaron debilitar el poder económico de la Iglesia, que estaba siendo utilizado para apoyar atentados contra la Constitución y las instituciones republicanas.
Las Leyes de Reforma que establecieron la separación de la Iglesia y el Estado, reconocieron la libertad de cultos y resolvieron sobre la acumulación de bienes y propiedades en manos del clero. Constituyen una etapa fundamental en la construcción del Estado Mexicano. Por virtud de ellas se separa la Iglesia del Estado y se reivindican atribuciones y facultades de éste como poder social único y legítimo en el interior y en el exterior.
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